Al Barça le abandona el desodorante

Al Barça le abandona el desodorante

Justo ahora que el Madrid ha alcanzado un estado de gracia (su primer tiempo en Málaga provocó merecidos elogios), el Barça parece haber perdido un punto de inspiración o, cuando no, de suerte. Anoche hizo un partido que le es impropio, soso, con pocas llegadas, resuelto por el fenomenal tiro libre de Xavi y emborronado por un árbitro que dejó al Granada con nueve sin que hubiera causa para ello. Y venía de empatar a cero ante el Sevilla, jugando mucho mejor, pero estrellándose ante la noche de inspiración de Varas. Y con bronca final, penalti fallado y dos expulsados en el Sevilla, lo que afeó todo un poco más.

Es como si al Barça le hubiera abandonado de pronto el desodorante. No digo con esto que esté en decadencia, que no lo está. El Barça seguirá marcando muchos goles y ganando casi todos los partidos, pero estos días todo le queda un poco deslucido, al revés de lo que solía. Por contra, el Madrid luce ahora sus mejores cualidades, con Cristiano más generoso y combinativo, pero igualmente goleador (esta noche puede llegar a los 100 con el Madrid, lo que será otra noticia alegre en días felices), Kaká luce su elegancia y su clase, Benzema a Higuaín rivalizan noblemente, todo parece brillar.

Hablo de fútbol y hablo de imagen, y la imagen también es importante. La admiración ajena y la satisfacción interna coadyuvan a que las cosas salgan bien. En el feroz duelo de estos tiempos entre el Madrid y el Barça (un episodio que se recordará como especial dentro de su larguísima rivalidad de más de un siglo), el Barça parecía tener la patente del arte, la belleza y la cordialidad, frente a un Madrid combativo, rocoso, áspero y antipático. Así se ha venido explicando esto. Para el Madrid es bueno cambiarlo y está ante una ocasión. El Madrid debe discutirle al Barça no sólo los títulos, sino el afecto general.