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Ganas de disfrutar y de querer al club

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Los bailes de horarios colocan el partido del Madrid en una franja amable: las seis de la tarde del sábado. Magnífica ocasión para que acudan al Bernabéu madridistas de las peñas de toda España, que llenarán el campo en este otoño primaveral que estamos disfrutando. La visita del Betis le da al partido un aire festivo porque es club de simpatías (sevillistas aparte) y porque al Madrid le evoca el recuerdo de Gordillo, el genio que compartieron ambos clubes. Y, si se puede decir, porque ya no está Lopera, cuyo tiempo pasó. Y al no advertirlo oportunamente dejó al final de su mandato un sabor ácido.

El Betis lo dirige además un hombre de cuna madridista, este Pepe Mel que se nos presenta en el Bernabéu recién bautizado como novelista. Me gusta. La literatura siempre desconfió del músculo, no sé bien por qué, y es bueno aproximar estos mundos que han tenido pocos contactos y no siempre bien comprendidos. Mi padre me contaba que en el Madrid de sus años (antes de la guerra) aquel buen extremo derecho llamado Lazcano publicó alguna obra de teatro, y el público le pretendía martirizar en sus malas tardes llamándole "¡dramaturgo!" a voz en cuello para reprocharle tal devaneo.

Hoy nadie se meterá con Mel. El Madrid acaparará todas las miradas. Después de las cosas que se han revelado esta semana (lo de la encuesta nacional en este periódico, lo de Del Bosque y Florentino en nuestro dilecto colega) me espero un acto de afirmación espontáneo y discreto, pero firme. Ganas de fútbol, ganas de goles, ganas de aplaudir, ganas de demostrarle cariño al club y a quienes lo llevan. Y ganas de puntos. Y luego, a ver si el Barça sigue siendo tan vulnerable al Virus FIFA como hasta ahora. Claro, que esta vez le tendría que dar muy fuerte, porque me parece que este Racing es poco Racing.