Un Óscar más que honorífico
Comentó Rossi en agosto, con todo el cariño posible hacia Checa, que su título de SBK sería una alegría para todos y que, para él, supondría una especie de Óscar honorífico que conmemoraría su dilatada, y a veces sufrida, trayectoria en las carreras. Una comparación bonita y sentida aunque, vista con perspectiva, sobra lo de honorífico, porque se trata de un Óscar en toda regla, y que cada uno le ponga la categoría que prefiera.
Su hermano David ya nos dio la alegría del Mundial de Resistencia, el penúltimo que nos quedaba por celebrar, y ahora El Toro conquista el que faltaba. Tenía que llegar antes o después, pero sabe especialmente bien que sea la herencia de una gran persona, al que no se conoce enemigo, y un gran piloto al que casi perdimos el 5 de julio de 1998, en Donington. Tres semanas antes, en el Jarama, ganaba la carrera de 500cc y servidor, como aficionado, saltaba a la pista para entregarle la bandera de España. Era mi primera bandera y entonces sólo conocía al piloto, no a la persona. Ahora, con un título mundial, su palmarés ya sí que está a la altura de su categoría humana.