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Un Barça distraído y un Madrid de rojo

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En veinticinco segundos Pato adelantó al Milán. Era la jugada inicial del partido y el delantero brasileño atravesó la defensa del Barça como un cuchillo una pella de manteca. Y se agotaba el descuento cuando un córner lanzado por Seedorf fue impecablemente cabeceado por Thiago Silva. En los 90 minutos entre uno y otro gol, dos del Barça, fruto de su dominio constante y de la genialidad de algunos de sus jugadores. Quizá no tantas llegadas como corresponderían a la superioridad de juego, pero sí las suficientes para conseguir esos dos goles que le hubieran debido servir para ganar.

Pero es que en fútbol no se puede ganar sin atención y el Barça empezó con un despiste y acabó con un descuido. Hasta a un equipo tan bueno como el Barça le hacen falta bastantes minutos de buen juego para asegurarse un gol, pero le puede bastar un instante de despiste para encajarlo. Y el Barça está despistado o empieza a parecerlo. No se puede salir a un campo así ni dar por ganado un partido porque se ha remontado un gol en contra y se está en el descuento. Este empate no va a echar al Barça de la Champions, pero sí le puede echar la actitud contemplativa en defensa que ayer se comprobó.

Mantenerse es más difícil que llegar. ¿Cómo ir a la guerra con el mismo fervor después de haberla ganado? Tengo para mí que el año pasado el Barça sacó su fuerza de la hostilidad recíproca con Mourinho. ¿Será que se está agotando ese combustible? Lo veremos. Entre tanto, hay que recordar al Valencia que también de él se esperaba más y ponerse cómodos para ver al Madrid y al Villarreal. Mourinho empieza a purgar su castigo por aquellos '¿por qué?' lanzados al cielo y verá el partido en el hotel. El Madrid vestirá de rojo, hecho en sí extraordinario. Es la temporada de la décima y hay que estrenar nuevas galas.