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Gerlinde: 14 ochomiles sin oxígeno

Me parecieron la imagen misma de la derrota. Me encontraba en el Karakorum cuando vi llegar a nuestro campamento a la austríaca Gerlinde Kaltenbrunner y su compañero Ralf Dujmovits. Regresaban nuevamente del K2 vencidos, entristecidos porque un amigo se había quedado en esta montaña. No aceptaron ni una taza de té. Descansaron unos minutos y siguieron bajando hasta Hushé. El K2 es una de esas montañas que marca un punto sin retorno: la que distingue a los buenos de los malos alpinistas. Quien quiere subir a su cima debe arriesgar su vida.

No hay rutas sencillas, la mayoría de los alpinistas no utiliza oxígeno; en una palabra: no es el Everest. Y aún es más peligroso regresar al campo base. Una de cada siete personas que alcanzan la cumbre no regresa para disfrutarla. Lo sé muy bien porque he estado con mis equipos cuatro veces en el K2, por diferentes vertientes, alcanzando en dos de ellas la cima. Perdimos a un gran amigo, Atxo Apellaniz, y Juanjo San Sebastián y Juanito Oiarzabal sufrieron graves amputaciones. Otro austríaco, Kurt Diemberger, lo sintetizó en una frase: "Hemos conseguido la cumbre del K2 y hemos dado todo lo demás a cambio". Es el precio por intentar algo que se mueve en los límites de nuestras posibilidades. Esta era la montaña que le faltaba a la austríaca para completar su largo periplo por los 14 ochomiles. El martes, Gerlinde se ganó el derecho a figurar en lo más alto del Olimpo de los grandes alpinistas al convertirse en la primera mujer en escalar los 14 ochomiles sin botellas de oxígeno. Si tuviera que decirlo, para mí se ha convertido en la primera mujer (sin desmerecer a la española Edurne Pasaban ni a la coreana Oh) en la carrera de los 14. Ahora sí puede decirse que se ha acabado la carrera. A partir de ahora vendrán otras mujeres que las superarán, pero para la historia y la estadística, su gesta será un punto y aparte.

Su marido Ralf (también con las 14 cimas) ha tenido mucho que ver en este final. Le ha aconsejado que siguiera fiel a su estilo (que en alpinismo importa tanto como la cima), que ha sido el más limpio y comprometido. Su apuesta ha sido muy arriesgada pues lo ha logrado en su séptimo intento y cuando la temporada ya se estaba terminando. Pero ha aguantado la apuesta del K2 sin desfallecer. La ruta de la cara Norte del K2 es una de las más duras; como dice Bonatti, supone la unión de Ética y Estética. Gerlinde es una mujer valiente. Suerte en la bajada y enhorabuena.