Buena noticia: Casillas llamó el jueves a Puyol y a Xavi para proponer paz. Con Puyol habló a la primera, a Xavi no le encontró. Ayer Xavi le devolvió la llamada pero le pilló entrenando. Se cruzaron mensajes. Seguramente hablarán o quizá lo hayan hecho ya, mientras termino este artículo. En el partido hubo una imagen en la que se les vio discutiendo, que me dolió. Chocaba esa escena entre dos hombres que son amigos desde muchachos, que han recorrido juntos la aventura fascinante del fútbol, alcanzando la gloria por separado en dos grandiosos clubes y conjuntamente en la Selección.

Cada cual tiene una idea de lo que ha pasado en este serial de enfrentamientos entre el Madrid y el Barça. Hay una sucesión de peripecias feas, de agravios y agraviados en un 'in crescendo' que asusta. No es difícil imaginar la conversación entre Casillas y Puyol, capitanes. El Madrid cree que el Barça provoca, finge y pone de su lado a los árbitros y a la opinión pública; el Barça acusa al Madrid de elevar su nivel de dureza partido tras partido, hasta lo intolerable. Y luego está el cruce de declaraciones, los malos entendidos, las exageraciones. Y los tumultos. Y el dedo en el ojo. Mucho de qué hablar.

Guardiola dijo sensatamente en la conferencia de prensa que habrá que parar esto. Casillas, capitán del Madrid y de La Roja, se ha puesto a ello y seguro que al otro lado aceptan su mano abierta. En todos estos clásicos ha habido cosas feas y muy feas, pero unos cuantos no han estado en ninguna de las peores escenas. Entre ellos estos tres. Es bueno que por ahí empiece a cerrarse todo. Es bueno para todos, pero mejor aún para el Real Madrid, cuya imagen se está desangrando con esto. Y es bueno que Casillas, Real Madrid de los pies a la cabeza, haya tenido la gallardía de dar este paso.