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Guardiola empieza a ponerse nervioso

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Chocaron las declaraciones de Guardiola tras el partido contra Osasuna. O a algunos no tanto. Hace tiempo que escucho a mucha gente decir que habrá que ver a Guardiola en las horas malas, que en las horas buenas todos son buenos. Y aun en las horas buenas se le han visto chispazos episódicos. Pero ayer derivó de repente hacia Mourinho, del que dijo que tenía suerte de que cayera (parece que será así) un árbitro portugués para el Bernabéu, como, siguió diciendo, tuvo la suerte de que un linier viera un fuera de juego por dos centímetros en el gol de Pedro. Me pregunto si le llegan las horas malas.

Primero, no estoy seguro de que todos los portugueses sean amigos de Mourinho, aunque bien puede ser que en el subconsciente de Guardiola opere el recuerdo de Benquerença, que se equivocó a favor del Inter en Milán. Pero ahora se trataría de Proença, que en su carrera tiene, entre otros méritos, el de haber expulsado dos veces a Mourinho, con lo que dudo que éste considere la designación (si al final se da) como un golpe de suerte. Respecto a lo otro, ¿qué tiene contra la buena vista de los liniers? Y no fueron dos centímetros, por cierto. Pero como si lo hubieran sido. ¿Era offside? ¿Entonces?

Sólo hace cuatro días, en la conferencia de prensa de la final, dijo que 'de los árbitros no hablo, para eso estáis vosotros'. Guardiola tiene un equipo espléndido, que en parte heredó y en parte mejoró con decisiones duras y sabias, como sacar de él a Ronaldinho y Etoo, y entresacar de la cantera repuestos perfectos. Pero la sombra de ese Madrid que crece y de ese Mourinho omnipresente empiezan a agobiarle. Y el equipo se le cansa mientras el Madrid gana en poderío. Pero hace mal en permitir que se le note. Sólo consigue que sus críticos se froten las manos. Y pierde esa pátina de distinción que le protegía.