Pepe fue la pesadilla de Messi
A lo que fue anoche Pepe se agarró muchas veces el Madrid en los momentos más difíciles de su historia. El Bernabéu aún recuerda con cariño a Camacho o Stielike, almas de aquel esforzado, encomiable y oscuro Madrid de los Garcías que precedió a la brillante y superdotada Quinta del Buitre. Aquella combatividad condujo a un Madrid menor a una final de la Copa de Europa. Y futbolistas como aquellos o como Pepe no hacen más estético a un equipo, pero sí cambian su estado de ánimo, invitan a quienes les rodean a resistir sin rendirse, refuerzan las convicciones del vestuario y alimentan el espíritu de la sociedad.
Pepe fue la reserva moral del Madrid en la recta final del partido, después de pasar, brevemente, por la posición de central, de la que ha vivido hasta ahora con pequeños paréntesis en Portugal. Pero antes tuvo un papel táctico relevante. Yo diría que fue la parte más importante del plan Mourinho, que leyó el partido desde la inferioridad pero con acierto. El Barça depende de Messi más de lo que declara y de lo que le conviene. Especialmente en partidos igualados.
El argentino se retrasa, saca de punto a los centrales y su velocidad y su regate le hacen imparable con campo por delante. En esa arrancada en largo se fraguó el 2-6 de hace dos temporadas. Y de ella le privó Pepe ayer, encimándole al recibir o anticipándose, evitando que Albiol o Carvalho le buscaran en un terreno que no dominan. Con dureza pero sin excesos, dominando el escenario. Sospecho que repetirá papel en la final de la Copa del Rey. Miren la fotografía de portada y entenderán por qué.