Ese Villarreal que ganó en Alemania...

Ese Villarreal que ganó en Alemania...

Veinticuatro horas después de la caída, injusta, del Valencia ante el Schalke, un equipo no sólo español, sino de la misma comunidad, gana en Alemania. Ese 2-3 del Villarreal en el BayArena le pone un pie en cuartos, eleva la posibilidad de puntuación de nuestro fútbol de clubes en el ranking UEFA (en el que los ingleses nos arrebataron un primer puesto que hay que recuperar) y nos llena a todos de satisfacción. Pero sobre todo refleja una vez más que hay un pequeño lugar junto al Mediterráneo donde se trabaja muy bien. Que en el fútbol, como en todo, la tarea bien hecha se nota.

No todo el mundo puede ser el Madrid o el Barça. Para eso hacen falta muchos millones de seguidores, mucho poder político y unos derechos de televisión descomunales. Para fichar jugadores o para retenerlos si nacen en tu seno. Pero para ser el Villarreal no hace falta todo eso, sino algo que está al alcance de todos los demás: una buena idea, un buen grupo de gente, una larga jornada de trabajo y eso que llamamos sentido común pero que todos sabemos desde pequeñitos que es el menos común de los sentidos. Todo eso lo hay en el Villarreal y el decantado de ello son partidos como el de anoche.

Hemos tenido recientemente grandes gestas en la segunda línea de nuestro fútbol. El SuperDepor, el Alavés finalista de la UEFA, el Getafe de aquella desgracia ante el Bayern. No me atrevo a incluir al Sevilla, porque su estatura es otra, pero casi. Lo que diferencia al Villarreal es que lo suyo está resultando duradero. Pasan los años, les van llegando las canas o los kilos a algunos de sus protagonistas, declinan sus estrellas y hay que cambiarlas por otras, pero el modelo no se altera. Siempre está ahí: elegante, competitivo, ejemplar, bello. Flotando como una mariposa y picando como una abeja. El Villarreal.