Las reglas del juego y la república bananera

Hoy estrenamos blog. Pedaladas. Y no lo estrenamos con una gesta ciclista, como hubiera sido deseable; sino con la resolución de un positivo. Para Alberto Contador, su absolución sí es una victoria. En lo personal, me alegro mucho por él y por su entorno. Pero soy de los que piensan que en los casos de dopaje, como en las guerras, nunca hay ni vencedores ni vencidos. El deporte español, el pelotón mundial y el propio corredor van a salir tocados de este caso, que todavía no ha celebrado su último asalto. Ni mucho menos. Y pase lo que pase, aunque algunos hayan descorchado champán, yo tengo la sensación de que el ciclismo se ha desangrado un poquito más.

El pasado 31 de enero, en una entrevista digital en as.com, me repitieron mucho la siguiente pregunta: “¿Crees en la inocencia de Contador?”. Entonces, con la propuesta de un año de sanción revoloteando sobre el ciclista de Pinto, opté por no juzgar. Y tampoco lo voy a hacer ahora. Para eso ya han estado los juristas del Comité de Competición y estarán, me temo, los del TAS. Porque existen pocas dudas de que la UCI y la AMA van a recurrir la sentencia española, y que el destino de los 50 picogramos de clembuterol no lo conoceremos al menos hasta junio. Y entonces alguien volverá a preguntar: “¿Crees en la inocencia de Contador?”.

Más que esa cuestión, prefiero analizar las secuelas del caso, sus consecuencias… El futuro. Si a alguna conclusión he llegado durante este último medio año es que hay que cambiar las reglas del juego. Y no me refiero sólo a la categoría del clembuterol dentro de la lista antidopaje, que hay que replanteársela muy en serio; sino también a la necesidad de que los grandes asuntos disciplinarios internacionales recaigan en un órgano de esa misma índole, y no en uno nacional.

Me explico. ¿Es lógico que el positivo de un triple ganador del Tour de Francia, acontecido en una competición internacional regulada por unos reglamentos internacionales, sea juzgado por el comité de competición de una federación nacional? Ya sé que ese es el procedimiento, pero la pregunta es: ¿Tiene lógica? Es el momento de plantearnos la necesidad de crear un tribunal independiente para este tipo de asuntos o de que las propias federaciones internacionales dictaminen directamente sobre según qué casos. O incluso, si al final la mayoría de resoluciones están acabando en el TAS, ¿por qué no juzgarlos allí desde el inicio?

Mucho más se ha debatido sobre la pertinencia de cambiar la categoría del clembuterol para que pase a ser una sustancia cuantitativa, con un tope preestablecido. El escenario del clembuterol es ahora diferente y la norma debería adaptarse a ese nuevo calibre. Los laboratorios sólo tienen la obligación de detectar a partir de 2 nanogramos (2.000 picogramos), pero actualmente ya hay algunos con una sensibilidad mayor, como el de Colonia, que llega a cantidades tan ínfimas como los 50 picogramos de Contador o incluso la mitad de Josephine Onyia.



Esos 2.000 picogramos funcionaban antes como un mínimo tácitamente establecido y aquellos positivos que pudieran provenir de una contaminación alimenticia no existían, sencillamente porque no se detectaban. En los últimos tiempos, cada vez proliferan más esos ‘minúsculos’ positivos. En algunos casos (o muchos) se habrá cazado a un tramposo, pero hay dudas razonables de que otros puedan provenir de una intoxicación. En el caso del jugador de tenis de mesa Dimitri Ovtcharov se ha demostrado que su positivo procedía de una carne adulterada en China. Hay que cambiar la norma porque mientras exista una mínima duda, siempre será mejor que se salve un fraudulento a que se condene a un inocente. La AMA no está todavía por la labor de aceptar esta variación, pero los propios deportistas se sienten indefensos y, a través de diferentes asociaciones, ya han trasladado la petición a las autoridades pertinentes.

Una última preocupación, que nada tiene que ver con el reglamento, es cómo han podido influir en el Comité de Competición las manifestaciones de José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy o el presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes. No sé si llevan a razón o no, ya he comentado que prefiero no juzgar. Pero sí sé que fuera de España ya hemos vuelto a perder un poco más de credibilidad en la lucha antidopaje. “En estos últimos días, han dado ustedes la imagen de una república bananera”, me dijo ayer un colega de un medio internacional. Así nos ven. 

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