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Cristiano y el podio del Balón de Oro

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Hace tiempo que pienso que el Villarreal es el mejor equipo 'libra por libra' de nuestro fútbol. Viéndole ayer, y muchos otros días, me pregunto qué podría hacer si, como los que preceden, pudiera gastarse cien millones cada verano, caso de ser necesario. El suyo es un fútbol limpio, fruto de una idea bien desarrollada, gusto por el buen juego, relevo de piezas sin grandes traumas, todo sin estridencias, en un biotopo perfecto. Su primer tiempo en el Bernabéu fue un primor y le puso por delante dos veces. Pareció que ganaría el partido, que desempataría la carrera por la Liga. Pero ahí estaba Cristiano Ronaldo...

¡Qué fiera! Él solo vale por una delantera completa. Tres goles, más uno servido en bandeja a Kaká. Desde que llegó al Madrid ha marcado 63 en 62 partidos. En esta Liga lleva 22 en 18, y no le apunto aquel de Anoeta, que él reclama, en el que su tiro pegó en la espalda de Pepe. Y no está en el podio del Balón de Oro. Viéndole así, tan desatado, extraña, pero si no está es por causa de la excelencia de los tres que sí lo ocupan (tres canteranos del Barça, cuyo orden definitivo se conocerá hoy) y porque en el Mundial no estuvo bien. Claro, que ese Portugal de Queiroz tampoco le ayudó en nada. Pero Cristiano es tremendo.

Como tremendos son todos los partidos del Madrid, en contraste con los del Barça, que suelen parecer conciertos de violín. Ayer tocó remontada grande, tras sufrir en un primer tiempo en el que le perdonaron un penalti en contra y que empató por un cabezazo sobre la hora de Cristiano. Luego, la fatiga copera del Villarreal, los retoques de Mourinho y más Cristiano (para mí el tercer gol es válido) hundieron el submarino. Mourinho la volvió a liar (dice que sólo fue a saludar a su hijo, pero ahí no tiene que ir para nada) porque no hacerlo es superior a sus fuerzas. En fin, noche de emociones, de fútbol grande. Noche para recordar.