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Aprender a escalar como un chaval

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No los verán en un resumen de éxitos. En estos días de listas de triunfadores no encontrarán a gente como el piloto del helicóptero Ecureil B3, quien logró sacar esta primavera a Carlos Pauner y Juanito Oiarzábal de un campamento a 7.100 metros en el Annapurna y que ha muerto hace unos días mientras efectuaba otro rescate de dos alpinistas en el Ama Dablam. O a los dos Jordi, Corominas y Tosas, que, junto a Israel Blanco, intentaron sin éxito una de las escaladas más peligrosas, la cara sur del Lhotse, que sin duda ha sido un reto más comprometido e importante que la mayoría de ascensiones que han trascendido a los medios. Ni tampoco encontrarán a las chicas del Equipo Femenino de Alpinismo, que además de realizar una campaña fantástica en el Karakorum ayudaron a las mujeres de la aldea de Hushé, apoyadas por el CSD y la Fundación Deporte Joven.

Sirvan estas líneas para dar fuerzas a una esas ellas, Magdalena Ojer, que sufrió un gravísimo accidente al regresar a España, y le queda una durísima recuperación, y también a Jaime Lissavetzky en su nueva etapa. Su paso por el deporte español ha tenido mucho que ver con esa apabullante lista de triunfos de las que todos hablan pero pocos saben analizar con justicia. Si a los políticos se les midiera, como debiera ser, por su gestión y sus logros, pocos en España alcanzarían su estatura. A mí personalmente me hubiera gustado verle continuar en ese puesto donde nos ha proporcionado tantos éxitos. Estos días he pensado en lo bueno que debe ser vivir en uno de esos países europeos civilizados que mantienen en sus direcciones generales, e incluso ministerios, a las personas más competentes, con independencia de su adscripción ideológica.

Ellos, y muchos más, no han recibido portadas de prensa deportiva pero son imprescindibles, pues son las que mueven todos los días la vida y la Historia. Personas que mantienen equipos desde su humildad y anonimato, como hacía Feito en la trastienda de El Larguero, al quien sigo añorando cada vez que entra mi sintonía en la radio. Jordi Corominas, tan discreto que son muy pocos quienes saben los ochomiles que ha conquistado, tiene una frase que puede definir el carácter de estas personas capaces de luchar y soñar al margen de los focos. Parafrasea a Picasso cuando afirma: "Llevo toda una vida escalando para aprender a escalar como un niño". Escalar, luchar, jugar, vivir, como un niño, con su pasión y curiosidad. Una aspiración tan difícil de conseguir que merecería estar en esa lista del 2011 entre los ejemplos a seguir.