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El Barça sigue estando muy por encima

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Fue la apoteosis del tiqui-taca. El Barça disfrutando con el balón más quizá que ningún otro día. Pero, además, recuperándolo con nervio cuando lo tenía el Madrid, que por contra salió sin ánimo, sin coraje, como entregado. El juego combativo y audaz de los de Mourinho quedó esta vez envuelto en la nana del Barça, hasta hacerme recordar aquello de que la música amansa a las fieras. Pero de ese tiqui-taca calmo y hermoso salía de cuando en cuando un pase profundo, un mordisco de cobra. Una, dos, tres, cuatro, hasta cinco veces. Otra vez cinco, otra vez la manita. Otra vez el Barça más grande.

Mourinho compareció templado en la conferencia de prensa, como si no fuera con él, pero observé que tres meses en el Madrid le han sacado muchas canas. Y recordé, al verle, que alguien me había dicho en el descanso: "A este ya le ha podido el Madrid. Por su gusto hubiera sacado a Lass, pero ha querido quedar bien, y..." Y el Madrid sacó a sus Fantásticos, mermados sin Higuaín (la indolencia de Benzema volvió a ser irritante) y con la ya proverbial capacidad de Özil para esfumarse en las salidas. Con eso y el Sergio de estos días, eran ya muchas ventajas para el Barça, que todo lo hizo perfecto.

El único tramo aceptable del Madrid llegó cuando un desplante de Guardiola a Cristiano encanalló el partido. Ahí, en el revuelo, el Madrid respiró. Pero Iturralde, al quite, escamoteó un penalti (que hubiera sido segunda de Valdés) y se acabó todo. La segunda mitad, ya con Lass, fue otro baile. El Barça fue feliz con su balón, con su público, con sus goles. La manita que exhibió Piqué sacó de quicio a Sergio Ramos, que coronó su desdichado partido con una patada tremenda por detrás a Messi y una 'atragantá' a Puyol. Un horror. Demasiadas cosas para la calma que impostó Mourinho.