No soy de Favre (Manolo Arana)
Una de las personas que más influyó en mi percepción del fútbol -además de Mr. Smith- y que aún hoy en día sigo teniendo muy en cuenta ha sido Jesús Ajenjo.
El bueno de Jesús, un gran desconocido para todos (con excepción de unos privilegiados como yo), ha sido el gran amante silencioso de nuestro deporte (bueno al menos mío seguro). Y como Carles Galindo, otro desconocido para todos vosotros, una fuente de conocimiento sin igual, con una capacidad analítica fuera de toda duda.
Cuando conocí a Jesús, le tomé un cariño especial, hablaba de fútbol con una naturalidad que era imposible no engancharse. Él era de los Cowboys, no de los de Aikman, sino de los de Staubach, aunque siempre llevara una camiseta de Mike Singletary - Si Tom Landry te hubiera visto... -.
Su concepto del fútbol era simple, y lo resumía con una expresión "Football Control". Vamos que lo importante era avanzar moviendo las cadenas poco a poco, dominando el cronometro y haciendo que a las defensas rivales se les hiciera eterno su estadía en el terreno de juego.
Claro que a la mayoría de los que estaban descubriendo el football, les encantaba más las "bombas" de Joe Montana con su West Coast Offense, e intentaban aprenderse de memoria las mejores parejas QB-WR de la NFL (una forma de aparentar entender) Troy Aikman-Michael Irvin, Montana-John Taylor o Jerry Rice, Dan Marino-Irvin Fryar, Jim Kelly-Andre Reed...
Jesús me hizo mirar a otro lado, a ese sitio donde nada se ve y donde se ganan los partidos, a la línea de scrimmage. Me hablaba de pulls, de double teams, de traps, de leads, de Robust-T..., Toda una filosofía.
En mi primer contacto con los Estados Unidos, comprobé que Jesús sabía mucho más de lo que él mismo, humilde como nadie, decía. En High School y en College todos los equipos punteros tenían un sistema de juego que les otorgaba un gran control de la línea de scrimmage, rematado con un running back que tenía como misión mover las cadenas.
Han pasado más de veinte años y creo firmemente que Jesús tiene razón cuando afirmaba que con un pase profundo puedes levantar a un estadio, pero no controlas tu destino.
Estoy convencido que mi hastío de equipos como los Rams de Warner, los Eagles de McNabb, los Packers de Favre, los Colts de Manning, los Chiefs de Trent Green y ahora los Patriots de las últimas temporadas y los Saints, viene de ahí. Me aburre ver a un equipo que se cruza el campo en dos-tres pases. Para colmo de mis males llega Roger Godell e intenta proteger a los quarterbacks como si estuvieran hechos de porcelana china (Inciso: ¿Visteis cómo perdía las formas Rex Ryan tras recibir un golpazo Mark Sanchez? Joder era una jugada de carrera y, que yo sepa, Sanchez pasa a ser un bloqueador más sin ningún tipo de protección especial...) Sin duda creo que la diferencia de los Saints de esta temporada con los de la temporada pasada (además de asentar la defensa) es el infernal ritmo aéreo que intentar imponer, sabedores de sus limitaciones de control del juego (¡grande Sean Payton!), para obligar a los rivales a acelerarse y cometer errores ofensivos. A los Saints hay que jugarles con paciencia, con mucha paciencia, moviendo las cadenas y obligando a su defensa a estar en el campo.
Y que conste que no soy de Favre, nunca lo he sido, sí de mi querida y gélida Minnesota, pero esta temporada he disfrutado mucho (y sufrido.también) viéndolo al frente de los Vikings. Y con sinceridad no se le debe cargar con la responsabilidad de la derrota, fanatismos aparte. La famosa jugada en la que rompieron el huddle con doce hombres es un gravísimo error de comunicación con la banda. Simplemente es eso, un gravísimo error de comunicación, no de ejecución.
Si Favre decide dejar la práctica activa, no osaré criticarle, si sigue una temporada más, la que le queda de contrato, me felicitaré. Porque algo es evidente: sin Favre, los Vikings no hubieran alcanzado los playoffs esta temporada con la competencia de los Packers de Rodgers.
Bueno, Jesús, tus Cowboys y mis Vikings a esperar una temporada más y van...
La semana que viene la Super Bowl y que viva el football.
Manolo Arana