Tendríamos que estar de enhorabuena y dar saltos de alegría porque la próxima temporada en Madrid haya balonmano de élite. Sí, el Alcobendas se ha salvado sabe Dios cómo de irse a la calle por falta de liquidez para afrontar los pagos más urgentes y organizar un presupuesto de economía de guerra para el futuro.
Coincido con el presidente del club madrileño, Torrescusa, que Madrid no es el sitio ideal para un club de balonmano. Tiene razón en que los apoyos se los lleva el fútbol, el baloncesto y los grandes acontecimientos. Y es cierto también que Madrid es la única Comunidad de España en la que su televisión autonómica tiene un tinte tan nacional que se olvida del deporte en general de la propia comunidad hasta el punto de que en una temporada entera ni nombró a su club en todo el año, ni para bien ni para mal, y eso que está en la élite, tanto en hombres como en mujeres.
Ahora bien, los clubes no pueden pensar que son organizaciones destinadas a estirar la mano, a poner el cazo y a que les saquen del atolladero las instituciones públicas con el dinero de todos. Los clubes, y más en la élite, necesitan agitar deportivamente a sus posibles clientes, los espectadores, y desde el interés de estos llegarán los patrocinadores. Pero una cancha vacía desanima, no ya a ver el espectáculo que hay en la cancha, sino a quedarse en la grada como un papanatas aunque sea gratis.
Sinceramente, me congratulo con que el Alcobendas esté en la Asobal un año más, pero sobre todo me complace el trabajo desarrollado por el club en tres semanas, cuando tuvo que llamar la atención y desde el primero al último movieron el culo en busca de apoyos, y a la caza de los euros hasta debajo de las piedras. Se lo oí al concejal de deportes de Alcobendas, Pablo Salazar, murmurarlo entre dientes en los premios de Grada Norte, "si el club se hubiese movido así todo el año…" Pues a lo mejor hubiese contado con el suficiente apoyo popular para ofrecerle al Ayuntamiento una coartada clara para satisfacer una ayuda más generosa a su club de balonmano.