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La mala gestión y la revolución

Sin pistas previas y de forma repentina ha aparecido la posibilidad de reformar la Segunda española. La pretensión de un grupo de clubes (que intentarán llevarla al pleno de julio) es crear dos grupos de 22 equipos repartidos entre norte y sur. El motor de este cambio sería la situación de crisis que ha dejado sin liquidez a los clubes (sobre todo en Segunda B) ya que, en gran parte, era el ladrillo el que respaldaba sus economías. Las entidades admitidas serían aquellas sin deudas pendientes con Hacienda o la Seguridad Social y que, además, avalaran las fichas de los jugadores y el presupuesto de los clubes para evitar los incómodos impagos.

No es un secreto que existen deudas con la Administración y con futbolistas. Tampoco que muchos se han acogido a la Ley Concursal sin que eso les impida fichar pagando más que otros clubes saneados. La reforma que está en el aire suena confusa, precipitada y carece de debate público que la aclare. Si hay rigor económico, que lo haya para todos. Nadie se explica por qué ha habido tanta manga ancha para que el fútbol se esté asfixiando y ahora surja esta revolución de la nada. Algo ha funcionado mal y se va a pasar por encima de los méritos y deméritos deportivos que han situado a cada uno en su sitio.