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Una placa donde el viejo Metropolitano

Ahora que España le ha vuelto a ganar a Inglaterra he recordado una vez más que la nuestra fue la primera selección del Continente que ganó a los ingleses, los inventores, los 'pross', como se les conocía entonces. Fue el día de San Isidro de 1929. ¡La de veces que me lo habrá contado mi padre! Aquella hazaña ocupó espacio en la prensa de toda Europa, casi tanto como el que ocuparía, mucho después (1953) la victoria de los húngaros de Puskas, en Wembley. Años atrás, ganar a Inglaterra no era cualquier cosa. Aún hoy no lo es, pero entonces lo era mucho menos. Y aquí fuimos los primeros. Los primeros del Continente, se entiende. Los escoceses les habían ganado alguna vez, pero cuando cruzaban el Canal era siempre para golear, salvo un empate en Bélgica. Aquella caída les dolió. Pretextaron que hacía calor, y era verdad. Pretextaron que les faltó Dixie Dean, su gran goleador de la época, lesionado, y es verdad.

Pretextaron que nos favoreció con sus consejos su compatriota Míster Petland, que entrenó en España con éxito y provecho, y sería verdad. El caso es que les ganamos, en una calurosa tarde, con Gaspar Rubio, un genio discontinuo, un Curro Romero en plena inspiración. Fue en el viejo Metropolitano, cuyo sagrado solar está ocupado hoy por torres de viviendas. Estaba bajando por Reina Victoria hacia la universitaria, en lo que hoy forman el rectángulo de las calles Juan XXIII, Santiago Rusiñol, Conde de la Cimera y Beatriz de Bobadilla. La pequeña Plaza Ciudad de Viena ocupa parte del campo. Ahí hecho en falta una placa, que recuerde que aquel solar concitó muchas ilusiones, de atléticos y de los que no lo fueron tanto. Que recuerde que allí cayó Inglaterra por primera vez en el Continente, ante La Roja. El fútbol es memoria, y aquellos once merecen ese homenaje.