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Calderón y la prueba del día 7

El partido de España me ha obligado a retrasar mi reflexión sobre la forma en que Calderón reaccionó a la foto de Florentino con sus galácticos. Una reacción exagerada. La foto no era casual, desde luego, y puede ser calificada de oportunista sin demasiado riesgo, pero no es para tanto. La queja, larga y dolida de Calderón, incluyó un apartado impresentable: el que todos hemos entendido como una alusión a Cassano y sus amoríos. Esas frases transportan a quince años atrás, a las épocas de Gil y Caneda, o al peor Núñez, aquél de "un jugador que va embarazando mujeres por las esquinas".

Y conste que entiendo a Calderón. Desde que llegó le han socavado, explotando sus errores o inventándole historias, hasta aquella infamia de las tarjetas. Ha creído, y pienso que en parte le asiste la razón (no en lo de las tarjetas, que viene por otro lado) que Florentino ha sido el que ha movido esas olas. Pero el Madrid es ante todo un club muy pagado de su discreción, de su seriedad, de su serenidad. Semejante arrebato por una foto contradice el estilo que el madridista espera de su presidente. Refleja que tanta tarea de desgaste ha hecho su efecto, que Calderón está al límite del control de sus nervios.

Sólo era una foto de Florentino con dos viejos colaboradores de una bellísima cuanto fugaz historia. Con ironía, Calderón podría haberlo despachado sin daño. Alguien sin malicia alguna me dijo que la foto le sonaba al falangista subiendo al Valle de los Caídos. Pero a Calderón no le sonó a eso: le sonó a acusación de incapacidad por no haber sabido fichar a ningún galáctico, le sonó a acusación de provisionalidad, le sonó a desprecio. Y reaccionó mal, dándole con ello a su enemigouna victoria fácil. Han conseguido alterarle, tal y como pretendían. Ahora es cuestión suya templar los nervios para sobrevivir al día 7.