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La duda es si Schuster puede con esto

A un entrenador no se le debe echar por los resultados, que pueden resultar equívocos. A un entrenador sólo se le debe echar si se entiende lealmente que no tiene comunicación con la plantilla, que su mensaje no llega, que no tiene ningún efecto positivo que ofrecer. Eso es lo que debe pensar el Madrid si está pasando o no con Schuster, y decidir en consecuencia. Porque la impresión es que sí está pasando. Varía el equipo a impulsos que son puras corazonadas y los jugadores comentan por fuera (o abiertamente como hizo Ramos) cosas como eso de que no les habla. Que está bloqueado.

Los resultados no son definitivos, pero la tendencia existe. El mismo Valladolid que salió goleado del Camp Nou controló los primeros 75 minutos de partido, en los que lo ganó. Luego se hizo prudente y el Madrid tuvo un arreón de manso que se tradujo en córners, barullos, sustos y vicegoles, pero le faltó la serenidad para marcar. La serenidad ha abandonado a este equipo, desde su primer pilar de estos años, Casillas, que está descentrado, hasta a Raúl, que desperdició un pase atrás suicida de Borja. Los jugadores entran y salen del equipo sin criterio, sin provecho y sin fundamento.

Hay una semana sin partido. Hay entrenadores libres, en la casa y fuera de ella. Es cosa de pensárselo. Calderón es renuente, porque aguantó con Capello y acertó. Quizá porque sabe también, íntimamente, que el verano salió mal y que Schuster maneja una plantilla con algún agujero. Pero es una plantilla sensiblemente mejor que las del Real Unión o el Valladolid y, resultados aparte, no impuso su juego ante ellos. El Madrid ataca y a veces resuelve de una forma compulsiva, a tirones de orgullo herido. Y aún así, no tanto como debiera. Este equipo no tiene plan, no tiene mando. No tiene general.