Van Nistelrooy es torazo en rodeo ajeno

Van Nistelrooy es torazo en rodeo ajeno

El Madrid ganó el partido que tenía que ganar: la salida a San Petersburgo. A partir de ahora, el grupo, que salió traicionero desde el bombo porque un par de malas noches te pueden dejar tercero y mandarte a la UEFA, es más grato para el Madrid. Bastará con afilar las uñas en el Bernabéu y conseguir los puntos fáciles de Minsk. Una buena victoria, sí. Y sufrida también. El Zenit fue de menos a más durante todo el partido, como una marea que sube y sube y te acaba inundando la casa. El Madrid controló relativamente bien dos terceras partes del encuentro, pero acabó pasando las de Caín. Pero sacó los puntos.

Y es que el Zenit crecido es mucho Zenit... en ataque. Atrás es desordenado y vulnerable y fue por la falta de un tercer gol que tuvo cerca varias veces, por lo que el Madrid acabó sufriendo durante veinte minutos terribles. Precipitado en el despeje, sin asegurar el balón, enloqueciendo la salida en contraataques vertiginosos sin precisión ni futuro y desbordado atrás. Con Arshavin de nuevo en gran estrella mundial, mariscal jefe en todas las maniobras de ataque, lúcido, intenso, peligroso, genial. Una y otra vez metía el veneno en el área del Madrid, por una banda o por otra. Todos se le ofrecían, a todos los veía.

Suerte que el Madrid tuvo trabajo y compromiso defensivo, más dos jugadores extraordinarios allí, al fondo de la cuesta sobre la que precipitaba Arshavin su volquete de balones peligrosos: Casillas y Pepe. Gracias a todos, pero sobre todo a ellos, el Madrid salió indemne de veinte minutos tremendos. Y al final valió el gol del Van Nistelrooy, perfecto remate de izquierda. Su gol número 61 en el Madrid. De ellos, 36 (mucho más de la mitad) los ha marcado fuera de casa, donde más falta hacen, como ayer. Como Martín Fierro, a quien tanto cita Di Stéfano, puede cantar: "Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno".