Capel en la 'Orquesta Aragonés'

Faltaron goles, pero no hay que preocuparse, porque el juego sigue ahí, y los tres puntos están en la buchaca. Es verdad que en la víspera yo pedía goles para el granero, por si acaso, pero cuando se ve jugar a España como en la segunda parte, no hay futuro por el que preocuparse. El primer tiempo, es verdad, no fue lo mismo. Los bosnios se encerraron muy bien, pegaron con muy mala uva (sobre todo a Capel, que fue la percha de los golpes) y España no encontró su tono. Pero en cuanto empezó la segunda mitad, se soltó a jugar. Y entonces Bosnia se sintió fatigada de tanto perseguir sombras.

Así que me vale el uno a cero, que además fue precioso. Villa, que se sobró un poquito en ese penalti sin carrerilla, a lo Signorini, lo remendó largamente con su gol, un recorte preciso a Hasagic y un disparo dificilísimo, sin ángulo. Una perla que basta para definir a un gran goleador. Un gol solo, sí, pero ayer me acordé de lo que siempre me decía un amigo taurino: que los goles y el buen fútbol no siempre van juntos, que muchas veces pasa como con el buen toreo y las orejas. España no goleó, pero agradó, dejó aroma de buen fútbol. Devolvió el precio de la entrada. Jugó a la altura de su título de Europa.

Por lo demás, sólo me quedó una duda: la presencia de Capel. No se le puede pedir más: se fajó, se fue, le tiraron, provocó tarjetas. Hasta el penalti fue por causa suya. Pero no le vi en el ritmo del resto del equipo. Un buen violín no mejora una orquesta si no entra acompasado al resto y Capel, por lo demás un extremo magnífico, juega por ahora un poco a otra cosa. El fútbol fluyó mejor cuando no pasó por él. Del Bosque quiere meter un extremo en la 'Orquesta Aragonés', esa es su apuesta, pero no sé si va a resultar tan fácil. El equipo era tan perfecto que cualquier cambio va a costar.