El Madrid en el fortín de Riazor

El Madrid se tiró veinte años sin ganar un partido de Liga en el Camp Nou, y aquello quedó como la asignatura pendiente de toda una generación, LaQuinta del Buitre. Ahora lleva diecisiete sin ganar en Riazor, algo que se explica tanto por la brillantez de la historia reciente del Depor como por un cierto encogimiento del Madrid en ese campo, donde le creció un rival grande e inesperado. El mismo rival que le batió en la final de Copa el mismísimo día en que cumplía cien años. Y en el Bernabéu. Raúl nunca ha ganado en Riazor. Ni Casillas, por supuesto. Y ahí empieza la Liga el Madrid.

Ha sido hermosa la epopeya del Depor, y heroica su resistencia a la decadencia. Lendoiro ya no puede hacer milagros para sostener al equipo de una ciudad que no es grande entre los mejores de Europa, pero sale adelante. Mal que bien está en la UEFA, decidido a seguir paseando a Galicia por Europa, y en cada comienzo de Liga se le tiene en cuenta. Aunque no haya gastado esta vez un duro en fichajes. (Aranzubía, su refuerzo más notable, ha llegado con la carta de libertad). Pero ha recuperado a Valerón, cuyo ingenio sigue intacto. Y jugadores de ese nivel no se encuentran así como así en el mercado.

Será el partido de la jornada y lo verá desde el cielo, como los demás, Vicente Marco, el hombre que tantos años atrás puso en marcha Carrusel Deportivo. Años con frío y sin televisión, cuando las quinielas hicieron que toda España se volcara en el fútbol como esperanza para escapar de la escasez. El gol al instante, la quiniela sobre la mesa, deseando que los resultados, caprichosos, acabaran cuadrando en los catorce aciertos. Esta dimensión descomunal que hoy tiene el fútbol entre nosotros debe mucho a este hombre que nos ha dejado para reunirse con Juan de Toro y Joaquín Prat. Descanse en paz.