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China nos enamora con su ceremonia

China se abrió de capote y nos deslumbró. Los JJ OO tienen también esto: son una especie de concurso cuatrienal de gran escenografía, de avance en el desarrollo del espectáculo. Música, luz, color, coreografía, fantasía, mitología, láser, efectos especiales, efectos mágicos. China es una cultura que viene de la noche de los tiempos, que se nos ha cerrado en muchas ocasiones y por largo tiempo, pero que ayer se abrió y nos entusiasmó y nos enamoró. China se acostó ayer más feliz y orgullosa, a pesar de sus problemas. El mundo se acostó anoche con un respeto renovado por aquella cultura.

Sé, ya lo dije ayer, que los problemas quedan. Pero un abrazo así de China con la belleza, con el resto del mundo, con su pasado, sólo puede ser beneficioso. Ayer se me olvidó citar algo en este espacio: en 1980 fueron los JJ OO en Moscú. Diez años después se habían volatilizado el Telón de Acero y el Muro de Berlín. Y eso que en aquellos JJ OO hubo un amplio boicot. Pero aún así, un acontecimiento como este provoca tal convulsión que suaviza las mentes más cerradas de las clases dominantes y contribuye a abrir un país al mundo. Esa esperanza se me hizo más fuerte ayer al ver tan maravilloso espectáculo.

Y el desfile de España. Tampoco me olvido. Nuestra delegación se saltó el rigor del desfile (que tampoco era tanto) para acudir a la cámara de TVE y saludarnos. A Rivero, a María Escario, a usted, a mí, a todos. Fue un gesto de optimismo y de felicidad que algunos verán excesivo, o descortés para con la ceremonia, pero que yo miro con indulgencia porque me pareció espontáneo e incontrolable, fruto de la felicidad que les arrastra. La primera condición para ganar es disfrutar. Los nuestros están contentos. Eso augura buenos resultados, victorias, finales, medallas. Ya ha empezado todo. Vamos a disfrutar.