Schuster estuvo fenomenal en su primera conferencia de prensa del año: sensato, ocurrente, comprensivo, lúcido... Vamos, que no parecía él. Ayer se desquitó. De repente soltó eso de que es el último en enterarse de los fichajes y la lió. El mismo día en que la FIFA ponía en aprietos al Barça al obligarle a ceder a Messi para los JJOO, el alemán reclama la polémica para el bando madridista al hacer esa declaración que habla de una crisis que no existe. Schuster es un entrenador notable, yo diría que incluso bueno, pero sus conferencias de prensa reflejan que sus cambios de ánimo son imprevisibles. Y su prudencia, nula.

No sé si es el último en enterarse, tampoco lo creo. Pero ya que es capaz de, en cualquier entrevista, pedir que le fichen a Ballack, a Drogba o al que sea, o incluso de lanzarse a la piscina diciendo que el club está dispuesto a llegar a los cien millones por Cristiano Ronaldo, no me extrañaría que en el club mantuvieran cierta discreción con él cuando se trata de estas cosas. Esto dicho, le he escuchado con mis propios oídos decir que el asunto de los fichajes no le interesó nunca, ni en el Getafe ni en el Madrid, y que dejaba eso en manos de otros. Si es así, ¿a qué viene ahora pegar este cante?

Quizá simple deseo de llamar la atención, o una broma mal entendida, o forma suya de evadir la tensión que le provoca tener ante sí más de dos periodistas reunidos. El caso es que tan buen entrenador mete la pata con demasiada frecuencia, cosa más grave de lo que parece, porque es costumbre en nuestro fútbol que el entrenador sea el portavoz de más frecuente aparición del club. Schuster entrena muy bien, pero se expresa muy mal. Por cierto, en esas condiciones, ¿cómo mejorarle la paga? Más bien deberían quitarle lo que le entreguen en concepto de contrato de imagen. No se lo gana.