Los futbolistas son caros, pero además sobran muchos. Misterios del mercado futbolístico, que funciona con reglas propias. O mejor, con un caos que perdura en el tiempo. El caso es que, sólo en Primera,les sobran a los clubes setenta y tantos jugadores, casos que van desde figuras rutilantes como Ronaldinho a jornaleros de la gloria como Dani, pasando por alguna de las últimas jaimitadas de Florentino (Pablo García) o por eternos descontentos como Maniche. A algunos, el club correspondiente los cedió el año pasado, aplazando el problema. Ahora vuelven, como córners sacados con mala uva al segundo palo.

Esto pasa no sólo porque en fútbol se gasta a tontas y a locas, que tambi no sólo porque hay cierta corruptela que ayuda a que se fichen más jugadores de lo debido, por esas comisiones que corren, que tambi pasa sobre todo porque en muchísimos clubes no hay un línea de trabajo. No hay lo necesario: ese 'manager' a la inglesa que está años en el club, traza un plan, decide los fichajes de acuerdo al entrenador de turno, pero no necesariamente según los caprichos de éste. Impone un modo de juego, del gusto del público. Aún en esas condiciones a veces se falla, pero generalmente se acierta.

Como seguro que se falla es trabajando como se suele en España: cada entrenador que llega exige seis fichajes, y se le conceden; pronto se le echa, y el siguiente pide otro tanto; y el siguiente; y el siguiente al siguiente. Así, los clubes se van llenando de jugadores desencantados que no sabe cómo quitarse de encima, en un mercado en el que a casi todos les pasa lo mismo. En términos futbolísticos, una lástima; en términos económicos, un inmovilizado improductivo. Una ruina por la ausencia (hay excepciones honrosas, y el Madrid empieza a ser una de ellas) de una buena línea de trabajo.