No paran de llegar las buenas noticias. Ayer se produjo otra: España es la selección número uno en el ránking de la FIFA. Pues claro, dirá usted. Pues claro, pensé yo. Es evidente que tras tan impresionante racha de resultados de la absoluta (que ahora sí van acompasados con los de las selecciones inferiores) España merecía esa posición. De hecho, estoy convencido de que no hay equipo mejor que España a día de hoy. Parece una osadía decirlo, pero lo cierto es que me ha dado cierta rabia que esto no fuese un Mundial, en vez de una Eurocopa, porque creo que este grupo hubiera ganado también a Brasil y Argentina.

Con mucha pena saco el pañuelo para despedir estos días. Para despedir el mes mágico de esta Selección, que para mí empezó con Villa escanciando sidra en Colón y acabó con el 'show' de Reina, de nuevo en Colón, en la Cuatro. Ahora que cada mochuelo se ha ido a su olivo me queda un sentimiento de vacío, porque semejantes sensaciones me parecen irrepetibles. Los tres goles de Villa a Rusia el primer día, más ese otro, 'in extremis' a Suecia. La victoria rabiosa de los suplentes ante Grecia. Casillas parando el penalti a De Rossi. El baile inmenso a Rusia en semifinales. El gol del Niño a Lehmann...

Ahora volvemos a lo de cada día. El fútbol es una correa sinfín. Ya se entrena el Depor. Pronto volverán otros. Les daremos la matraca con si viene Cristiano Ronaldo o si se van Ronaldinho y Etoo. Pronto nos veremos en el torbellino de una nueva Liga, con sus emociones, sus miserias y su rutina, salpicada de sobresaltos que ahora me imagino menores. Otro buen hombre, Del Bosque, reunirá pronto el grupo que ahora se disgrega, para jugar un amistoso, el 20 de agosto, en Dinamarca. Suerte. Llega un tiempo nuevo. Pero ese tiempo estará marcado por este mes fabuloso que nunca olvidaremos.