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Peter Pan contra el Capitán Garfio

Peter Pan contra el Capitán Garfio. Así veo yo el partido de esta noche, en el que el precioso equipo español se mide a un clásico en el solemne trance de la final de la Eurocopa. Hace un par de días leí un precioso artículo en La Reppublica, que definía al equipo español como un grupo de niños jugando bajo la lluvia, bajo la atenta mirada de su abuelo. Niños no son, pero lo parecen. Por la talla, por el aire despreocupadamente feliz de sus rostros, por la forma en que devuelven al fútbol su condición de juego. Si hubiera fútbol en el País deNunca Jamás sería como este. Un fútbol para sentirnos todos niños.

Claro, que enfrente está Alemania. No juegan bien, pero ganan. Ya en 1954, a los nueve años de aquella tremenda guerra que ellos mismos desataron y que les dejó en país en escombros, ganaron un Mundial aquí al lado, en Suiza. Desde entonces, cada nueva generación de futbolistas ha demostrado una fe en sí mismos (la misma fe que se tiene esa nación como pueblo) que les ha hecho muy difíciles de batir. Tanto que han sumado dos mundiales más. Y han ganado tres eurocopas. Y a eso ya suman siete finales más, europeas o mundiales, dos de ellas perdidas en la prórroga o en los penaltis.

Pero esta vez España es favorita. En las apuestas, en el ánimo del mundillo del fútbol, en la voz de la mismísima Angela Merkel. España esconde el balón, saca la lengua y mete gol. Como Alí (otra vez Peter Pan) vuela como una mariposa y pica como una avispa. Sé que fútbol es fútbol, sé eso de que juegan once contra once y gana Alemania, sé eso de que al tercer bostezo gol alemán, me he criado en el culto a la fiabilidad de todo lo que llega de aquel país, sea un coche, una lavadora o un equipo de fútbol. Pero esta vez siento que el destino les va a obligar a acabar admitiendo: "Soy un bacalao".