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Del éxito a la tormenta en vaso de agua

España recoge elogios en esta Eurocopa. Ayer notamos que en las tribunas de prensa la gente de aquí y allá nos miraba de otra forma. Nos sonreían, levantaban el pulgar, guiñaban, hacían gestos de respeto y simpatía. Y en cada rueda de prensa en la que se preguntó por España, la respuesta fue un elogio. El mejor, el de Lagerback, que dijo que le encantaría que al menos uno de los veintitrés españoles fuera sueco. Y por lo que se ve, en España el partido también gustó. La transmisión de Cuatro, en horario de tarde, empezó por debajo de los cinco millones de audiencia, y acabó muy cerca de los nueve. Buena señal.

También las apuestas reflejan que España ha entrado en el grupo de los favoritos. Vinimos aquí como segundo equipo en las apuestas, con una valoración de siete a uno para el título. Seguimos segundos, pero ahora se paga sólo 5 a 1. Y el primero, Alemania, se paga 4,5 a 1. Y más: Villa es, con toda lógica, la apuesta menos pagada para ser máximo goleador: 2,45 a 1, frente al 6 a 1 de Podolski. Así que España suena y manda. Sólo que no sabemos vivir felices. El gesto refunfuñón de Torres cuando fue sustituido (gesto feo e inútil) tuvo ayer una respuesta desproporcionada de Luis: "Esto no quedará así".

Anteayer mismo escribió Juan Cruz en la última de este periódico que alguien definió como sabio a Luis por sus silencios, pero que últimamente le pierde la voz. Y es una pena. Luis ha hecho una muy buena selección, pero le pierde un poquito ese afán por mear siempre más largo. En un caso como el de Torres, bien podría haberle reconvenido internamente y haber disimulado en público. Pero le veo que no es capaz de desaprovechar cualquier ocasión de acudir a un desafío y sentirse ganador. Pena. Claro, que no pasa de ser una tormenta en un vaso de agua. Lo que cuenta es el juego. Y los goles.