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Las mismas certezas, las mismas dudas

El cañonazo de Capdevila puso las cosas en su sitio. A España no se le podía ir este partido, porque no. Porque es bastante más equipo que Perú y porque hubiera tenido delito dejarse empatar por el intolerable ataque de galbana que cundió con los cambios. Muchos cambios, quizá demasiados, pero peor fue la actitud indolente de algunos de los que salieron, con aire de veraneantes que llegan a la urbanización, saludan a los que se encuentran en ella y unos y otros se cuentan sus cosas. Ese rato largo dio lugar al empate. Pero hay que reconocer que España supo expiar el pecado con un arrebato final que valió el triunfo.

Por lo demás, nos vamos con las mismas convicciones, que son muchas, y las mismas dudas, que son pocas, con que vinimos. Fenomenales Xavi e Iniesta, perfectamente recuperado Villa, Silva en su papel, Capdevila apto para cubrir un puesto que en el fútbol español está débil (y con una inesperada capacidad goleadora en los barullos), Sergio Ramos en lo suyo... Pero ahí Torres no termina de entrar en este equipo. Sus compañeros no terminan de verle ni él descubre cuál puede ser la mejor forma para mostrar a ese fenomenal delantero del Liverpool que aquí no aparece.

Y sigue la duda de los centrales. Buenos jugadores, pero no a la altura descollante del equipo y de lo que exige una Eurocopa. Son seguramente los mejores de España, pero ni Puyol está en su mejor punto físico ni Marchena es otra cosa que un buen central para la Liga. Pero en la Eurocopa se van a encontrar a los mejores delanteros de Europa: Benzema, Toni, Huntelaar, Kuranyi... Ahí no estamos tan firmes como quisiéramos y eso tiene mal arreglo. Lo que espero que sí lo tenga es esa actitud de desconcentración que vimos durante veinte minutos. Es un pecado que sólo se ve en los amistosos. Y el de ayer lo era.