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Para empezar, una sesión de teórica

Bonito encuentro en Las Rozas entre los campeones de 1964 y la selección de hoy, iniciativa que hay que agradecer a nuestros colegas de Marca, a la Federación y a la asociación de veteranos. Tanto como se dice que España no ha ganado nunca nada, conviene recordar que no es verdad, que una vez ganamos algo y no hace tantísimo tiempo, dado que aquellos ganadores están vivos y bien de salud todos menos uno, Lapetra, que nos dejó prematuramente. Verse con estos jugadores (que alegraron mi adolescencia) habrá servido a los de hoy para espantar ese fatalismo histórico. Para recordar que es posible.

Lo primero para conseguir algo es creer que es posible, y ese es el gran salto colectivo que ha dado nuestro deporte. Gracias a Barcelona 92, cuando una fuerte inversión en dinero y entusiasmo colectivo dejó gran cosecha de medallas; y gracias también a Indurain, cuyos cinco implacables tours (acompañados de dos giros) contribuyeron a generar en nuestro deporte la sugestión de la victoria. Ahora, al contrario que en aquellos años sesenta, en los que quedábamos mal en casi todo, ganamos en casi todo. Pero es justamente la selección de fútbol, entonces campeona, la que vive instalada en el pesimismo.

Y es normal que así sea, porque una sucesión de fatalidades la ha ido revolcando una tras otra en las fases finales, hasta convertirse en una especie de costumbre nacional. Y por eso es bueno que estos jugadores a los que el eco de ese fatalismo les ha acompañado desde la niñez, fase final, tras fase final, se encuentren y hablen con aquellos que, en años muy difíciles, ganaron una Eurocopa. Y que ahí están, firmes y de pie, no para contar batallitas de abuelitos, sino para desmentir con su presencia eso de que nunca hemos ganado nada. Para que ese soniquete tan manido no sirva de escondite una vez más.