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Cristiano Ronaldo ya tiene su Champions

Tremenda final en Moscú, que finalizó cuando el reloj ya iba hacia las dos de la madrugada allí, y se aproximaba a la medianoche entre nosotros. Abramovich, que ha invertido ochocientos millones de euros en el empeño de ganar una Champions, lo tuvo esta vez realmente cerca. Bastaba con que Terry, el capitán, marcara el quinto gol de la serie, tras el fallo de Cristiano Ronaldo, que dejó al Manchester a merced de su enemigo. Pero los defensas abruptos rara vez son buenos lanzadores de penalti. Como tantos tantas veces antes, se llenó de balón y lo mandó a paseo. Y hubo que seguir.

Y seguimos hasta el turno de Anelka, que fue el que apagó definitivamente la luz. Copa para el Manchester, justo en el año en que se cumplen cincuenta de aquella su tremenda tragedia en Múnich. Pero no fue del todo justo. El partido, intenso y macho, disputado con energía bajo la fuerte lluvia moscovita, con rigor y sin despistes, lo mereció para mí el Chelsea. Dos veces el poste le negó el gol que le hubiera dado la victoria. Y el árbitro debió pitar un penalti de Ferdinand sobre Malouda, a mi modo de ver. Y no vi motivo para la expulsión de Drogba, el hombre al que el Chelsea echó en falta en los penaltis.

Pero estaba escrito que iba a ser para el Manchester, y así fue. Con la parada de Van der Sar a Anelka, Cristiano Ronaldo tuvo una especie de derrumbe emocional y la cámara le captó caído, llorando, convulso. Le entiendo. El susto tuvo que ser tremendo. Un fallo suyo podría haber malogrado el trabajo de todos durante todo el campeonato, durante todo el tremendo partido. Terry le salvó atrayendo la ignominia sobre sí. Abramovich no tiene su Copa, Cristiano Ronaldo sí la tiene. Ahora podrá decidir, con más calma, sobre su futuro. En Manchester y en Madrid mucha gente espera su respuesta.