Jornada entre la fiesta y el drama

Jornada entre la fiesta y el drama

Vean la tabla de partidos, vean la tabla de clasificación. Siempre es así cuando se acerca el final de la Liga. Unos lo tienen todo hecho, para bien (Madrid y Villarreal) o para mal (el Barça y los descendidos) otros tienen aún aspiraciones por rematar, a veces inesperadas (ese Depor de la pésima primera vuelta, que acaba pensando en la UEFA o, mínimo, en la Intertoto) y unos cuantos más viven el terror del descenso o el miedo de a última hora no rematar el final feliz que acariciaron durante tiempo, casos del Atlético y el Racing con la Champions y la UEFA. Jornada entre la fiesta y el drama.

Tan apretadas están un par de zonas de la clasificación que ningún partido es intrascendente, en ninguno han coincidido dos equipos sin nada en juego, porque hasta el Valencia está en riesgo matemático, aunque remoto, de descenso. En realidad, sólo hay cinco equipos sin nada en juego: los tres primeros, que tienen su premio (no sé si en el caso del Barça puede definirse así la previa de la Champions), los dos últimos, descendidos, y el Betis, que flota en el 'aurea mediocritas' del que no ambiciona mejor suerte de la que tiene, ni teme correr ninguna peor. Está salvado y Europa le queda lejos.

De esos seis hay que esperar hoy el mejor esfuerzo. Al Levante no hace falta reclamárselo, porque viene luchando con una honradez y una perseverancia ejemplares, sin cobrar, sin esperanza, dando un ejemplo sobre cómo respetar la pureza de la competición. Algún día habré de volver sobre su caso. Al Betis tampoco hay que decirle nada: juega contra el Sevilla. Son Madrid, Villarreal, Barça y Murcia quienes tendrán que hacer un esfuerzo difícil. Porque es difícil hacer la guerra después de haberla ganado o de haberla perdido, pero la integridad de la competición les obliga a cumplir lo mejor que puedan.