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La feliz noticia del retorno de Gurpegi

Vuelve Gurpegi, después de dos años de suspensión y dos y medio anteriores de tortura, con periodos de sanción efectiva o sanción en suspensión cautelar, entrando y saliendo, escuchando gritos de drogadicto en los campos de acá y acullá. Vuelve y es una buena noticia. Y es mejor noticia aún que ya no esté el médico que le trataba, el mismo que arrastró al Athletic a una estrategia insana de defensa numantina contra la realidad, de comité en comité hasta la justicia ordinaria, la sanción definitiva para el jugador, el descrédito para el club y el bochorno general. Porque el Athletic es un poco de todos.

No está el médico, decía, y conviene recordar por qué. No está el médico porque las últimas elecciones al Athletic las ganó García Macua, que en su programa electoral llevaba como uno de sus puntos destacados ese compromiso: el de hacer salira Sabino Padilla del Athletic. El socio, pues, es el que le ha echado, y en buena hora. Arrate lo contrató procedente del ciclismo, con una soldada bestial, para hacer lo que hizo, aunque es de suponer que en la esperanza de que eso no tuviera consecuencias indeseadas. Pero las tuvo. A todos estos sabios les quedan flecos sueltos, y pasó lo que pasó.

Como pasa en ciclismo cada poco. Todos son muy sabios, van muy por delante de los detectores, pero cada poco cae un ciclista, y, ciclista a ciclista, ha caído el ciclismo completo, o casi. El fútbol debe espantar eso. Magnífico García Macua al hacer su programa electoral. Magníficos los socios del Athletic al votarle. Y magnífico el regreso de Gurpegi, al que no culpo de nada, y menos que de nada del síndrome de Estocolmo que le ha llevado a hacer declaraciones exculpatorias de ese hombre que le ha producido tanta amargura en los mejores años de su vida. Pero vuelve a tiempo. Que lo disfrute.