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¿Es tan fácil entrenar a un grande?

Leyendo ayer la entrevista de Tomás Guasch con el Torito Aquino confieso que me enterneció la figura de Clemente: "Me dice que estudie y que duerma la siesta". Buen consejo, que espero que el chico aproveche bien. Hace ver que debajo del personaje que Clemente se ha creado hay un buen tipo. Pero le gusta demasiado cultivar lo otro, el desafío, la polémica. Quizá cree que ha acabado por ser profesional de eso, y que por hacer eso es por lo que le contratan. Pero yo creo que no, que si le contratan es para hacer de entrenador y, entre otras cosas, dar buenos consejos. Y le contratan poco por lo otro.

Decía la antevíspera, quizá para hacer saltar a Schuster: "Es fácil entrenar a un grande". ¿Es de verdad tan fácil? Pues Clemente, tras tantos años, no lo ha conseguido. Para él al menos no ha sido fácil. Bueno, sí, al Atlético, cuando lo era, y duró pocos meses. Le echaron cuando iba el segundo, pero porque aburría, no satisfacía las expectativas de Gil al que, por otra parte, no le costaba mucho echar entrenadores. ¿Es fácil entrenar a un grande? El Madrid ha echado a los dos últimos que ganaron la Liga, Del Bosque y Capello, al primero por desaliñado y bizcochón, al segundo porque aburría.

No, no es fácil entrenar a un grande, porque se piden muchas cosas. Entre otras, cierta continencia en las maneras. Y un fútbol con estilo. Schuster parece que empieza a aprenderlo. No ha ido a este trapo. Y confía el tramo final de la Liga a Gago, Guti y Sneijder. "En caso de duda, periodismo" dice un viejo adagio de mi profesión. "En caso de duda, fútbol", se podría parafrasear. Schuster está en el buen camino: calma, buenas maneras y más fútbol. En fin, que el autobús sólo es para ir y venir, en el campo no entra. Así se llega a entrenar a un grande, cosa que es difícil. Y más difícil todavía mantenerse en él.