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España no es Albania, pero tengo miedo

Blatter anunció ayer la exclusión de Albania de la FIFA "por injerencias políticas". El caso lo pueden encontrar con sus detalles en las páginas centrales y reaviva mi nerviosismo por la situación que estamos viviendo aquí, que me hace sentirme como en un polvorín. Villar no piensa convocar elecciones según le exigía la orden ministerial (es decir, antes del 31 de marzo y de acuerdo al reglamento electoral aprobado por el CSD). Antes bien, se ha fortalecido en la Asamblea de 'su' Federación, se ha descarado y hace alarde de apoyos, desde el de Blatter hasta los de los presidentes de nuestros grandes clubes.

No me pareció ni justo ni necesario que se forzara a Villar a adelantar las elecciones, metiendo a la Federación de Fútbol en el saco de las 'olímpicas-no-clasificadas-para-Pekín'. No está clasificada para Pekín, pero sí para la fase final de la Eurocopa, que para el caso es lo mismo. Pero también es cierto que Villar se ha cegado y no da solución al tema. Se le ha hecho llegar que si pidiera el aplazamiento, el CSD se lo concedería (y ya discutiríamos después lo que hubiere que hacer con el reglamento electoral) pero no quiere. Cierra esa salida, porque plantea llevar su desafío hasta las últimas consecuencias.

Quiere que Lissavetzky retire la orden o que le inhabilite. Si pasa esto último, veremos si la amenaza de Blatter se cumple o no. A mí no me apetece nada comprobarlo, y menos por un quítame allá unos meses tras diecinueve años de villarato. Lissavetzky se tienta la ropa, pero la fecha límite del 31 de marzo se acerca inexorablemente. La plataforma de Alemany, que se embarcó como alternativa a Villar contando con las reglas fijadas por el CSD, le exige que haga cumplir la ley. Entendieron su discreción durante el periodo electoral, pero ya no, y le amenazan con los tribunales. Estamos en un buen lío.