Cómo sancionar las entradas graves

Cómo sancionar las entradas graves

He ahí un problema que atormenta al fútbol desde sus modernos tiempos: ¿cómo sancionar las entradas graves? Aquí acabamos de asistir a un caso notable, ya que, confesémoslo, afectaba a un jugador del Real Madrid. Quique Álvarez le metió un tantarantán tremendo a Robben, al que dejó muy maltrecho (cinco semanas, o así) y salió del trance con un partido de suspensión. Para no salirnos del Recre, digamos que fue la misma suspensión que sufrió Beto por un forcejeo menor con Heinze, que éste exageró de manera reprobable y que Rafa Guerrero, el que faltaba, elevó a la categoría de agresión.

Consecuencia: a Beto un partido, a Quique Álvarez, un partido. Lo mismo para la víctima del estímulo fácil que en la calenturienta mente de Rafa Guerrero produjeron las artes teatrales de Heinze que para quien entró con saña y efectos dañinos a Robben. Lo recuerdo ahora porque Blatter se ha interesado por un caso parecido, el castañazo de Taylor a Eduardo en la Premier, con grave doble fractura para el segundo y sólo tres partidos de suspensión para el primero. Hay evidente desproporción. Blatter pide para estos casos una suspensión para el agresor tan larga como sea la baja médica del agredido.

Suena bien, pero es una fórmula troglodita y difícil de aplicar. Más vale aplicar bien las normas que ya hay, desde el árbitro al comité sancionador. En España caben penas de hasta doce partidos por agresión, pero Quique Álvarez se escapa con uno, como Figo se fue sin ninguno tras la entrada que retiró a César. En épocas se aplicó la fórmula Blatter. (Caso de los 24 partidos a Cortizo por lesionar a Collar). Hoy lo veo como algo arbitrario y medieval. Comités serios, justos, severos, capaces de distinguir entre lo de Beto y lo de Quique Álvarez: eso es lo que hace falta, aquí y en Inglaterra. Y no es tan difícil.