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"Un gol como a niños de cuatro años"

El Madrid salió al campo sintiendo la presión del Barça, es evidente. Eso explica que se desatara tanto al cantar un gol que no valía, que el árbitro había anulado, y que pese a ser un simple gol en casa ante el Getafe, una gota en el océano de la Liga, sus jugadores lo celebraban como si se tratara de una final de Champions... sin advertir que había sido anulado, sin prevenirse de lo que podía ocurrir, que fue lo que ocurrió: que el Getafe galopase todo el campo, con enorme ventaja de número, y marcase gol. La piña del córner, más Raúl y Van Nistelrooy que discutían al árbitro, se desentendieron del juego.

Y fue una jugada de cuatro contra dos, perfectamente llevada y resuelta. Pan comido. Mijatovic manifestó equivocadamente en Canal + que el árbitro debía haber parado la jugada porque los madridistas no estaban atentos. No hay tal. Pitó y el Getafe sacó. Como mucho, el Madrid podría quejarse de que Belenguer sacó desde donde le convino para activar cuanto antes la jugada, a unos diez metros de donde se produjo el fuera de juego. Pero quizá sea hilar demasiado fino. El Madrid se arrebató en exceso por un gol que necesitaba mucho y hubo una especie de pérdida colectiva del juicio.

Por cierto, esta vez el sensato fue Guti. Él vio lo que pasaba y él formó, con Heinze, pareja defensiva ante la avalancha azul. Hizo lo que pudo y luego dijo: "Nos han metido un gol como a niños de cuatro años". Y así fue. Al Madrid le sienta mal, porque apretó mucho, e hizo por ganar, y se puede sentir desafortunado. Pero menos injusto es el resultado de ayer que el de la primera vuelta en Getafe, cuando ganó de puro milagro. La suerte, en tantas jornadas, se reparte. El Madrid ahora está en mala racha. Antes la tuvo buena. El Barça está ahí, crecido, superado el 0-1. El panorama ha cambiado mucho. Muchísimo.