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Al Madrid le falló esta vez el estoque

Mejora el Madrid. Manejó el partido en Atenas de pé a pá y si no ganó fue porque esta vez la pelota no quiso entrar. Hubo dos remates en los palos, una jugada clarísima que el linier interrumpió equivocadamente por fuera de juego que no existía y algunas paradas estimables de Nikopolidis. Con todo ello, el empate, bueno de por sí, sabe a poco. El Madrid tendría que haber ganado este partido y eso le hubiera liberado de preocupaciones, pero la facilidad con que otras veces, en días menos afortunados, le entró el gol, desapareció ayer. A lo largo de la temporada la suerte se reparte. Es justo y natural.

Pero poco a poco se va dibujando un Madrid estimable, en el que Gago ha encontrado sitio junto a Diarra que, por cierto, pierde demasiados balones. Al que le va a costar hacerse de nuevo hueco es a Sneijder, que hace sus cosas, pero que se queda lejos del Guti actual. Por delante, Robinho es una amenaza, compañero seguro de Raúl y Van Nistelrooy, que se matan para cerrar la salida del rival. Atrás, Marcelo se afirma y Heinze aparece como buen central izquierdo. Seguimos esperando a Pepe, porque Cannavaro hace cosas inconcebibles. A la derecha, Sergio Ramos. Ese es el Madrid de Schuster.

Y mientras el equipo fragua del todo, los octavos de la Champions están ahí, al alcance de la bota. No se puede decir otro tanto del Valencia, que cayó ante el Rosenborg en noche menos estrepitosa, pero más dañina, que la de hace una semana. El que perdió anoche es justo el partido que no podía perder, el que diluye la ventaja inicial de su victoria en el campo del Schalke en la primera jornada. Queda recibir al Schalke y visitar al Chelsea, y quizá sean necesarios los seis puntos. Pero lo que de verdad es necesario es que el Valencia recobre su aplomo, su saber estar. Jugadores tiene para ello.