NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Algo así como la tormenta perfecta

El primer tiempo de Mestalla fue algo así como la tormenta perfecta, una conjunción inusual de factores con el resultado de una consecuencia extraordinaria. La consecuencia extraordinaria fue 0-4 en el marcador en el 36', el partido liquidado apenas consumida su tercera parte, el Madrid entronizado ("es el mejor partido que les veo desde los buenos tiempos de Los Galácticos", comentaba Robinson) y el Valencia hundido en el desconcierto. Parte del público se marchaba. Otros asistían atónitos al suceso, quizá por no perderse algo más extraordinario aún. Pero todo acabó allí.

Todo se juntó, decía. Primero, el gol de Raúl (siempre él) en el minuto uno. Luego, el atrevimiento de Óscar Fernández al colocar a su equipo en rombo, lo que dejó a Albelda demasiado rodeado de camisetas azules; enseguida, el primoroso juego del Madrid, en el que por fin estalló Gago, cuya presencia junto a Diarra pobló la media, ayudó a Guti y añadió juego; luego, todo lo demás: un equipo que se crece, otro que se hunde, Van Nistelrooy que se come a Helguera, Robinho inspirado, Sergio Ramos crecido y el Valencia hundiéndose más y más según caían los minutos y los goles. Una caricatura de sí mismo.

Todo acabo allí, en el 36', decía, porque el Madrid tiene que visitar al Sevilla el sábado, y no era cosa de gastar más energías en busca de un escarnio. Mientras los goles caían, el Valencia contrataba entrenador, Koeman, al que en principio se espera el viernes. Con él, Soler compra una esperanza: pero algún día tendrá que parar su insana costumbre de echar más y más gente, porque luego pasa esto. En cuanto al Madrid, es feliz: al fin otro gran partido, tras los del Atlético y Villarreal. Y Gago encaja, ya no importa tanto el bajón de Sneijder. Hasta Schuster puede cambiar de humor, aunque le faltó un gol para el set.