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Homenaje a la doctrina Laporta

España aplicó la doctrina Laporta: se dosificó. Desde el once inicial se veía que el partido iba destinado al compromiso político: sólo repetían tres de los titulares en Dinamarca, y uno de cada uno de los grandes más representados, a saber, Ramos, Iniesta y Marchena. En el fútbol, se diga lo que se diga, hay amistosos, y el de ayer lo era. Luis lo hizo sentir desde la alineación y los jugadores lo entendieron así, más cuando los cambios fueron desdibujando el juego en la segunda mitad. El saldo no podía ser otro que el de un partido aburrido que nos devuelve a casa con un 0-0 que no añade ningún laurel a nuestro palmarés.

Cómo sería que hasta Raúl se lo perdió. Las cámaras le pillaron viendo a Nadal. En su derecho está, como Luis está en su derecho de comentar a un aficionado que con él no hemos ganado ninguno de los Mundiales ni Eurocopas en los que animó nuestro ataque. Pero el fútbol, como todo, agradece unas ciertas formas. Ni Luis debe comentar eso ante una cámara (y no oculta, como se empeña en decir, sino bien visible) ni Raúl ha estado del todo fino si con la que se ha liado por su ausencia de la Selección se deja ver el mismo día y a la misma hora en el tenis, lejos de los afanes del equipo en el que media España quiere verle.

Por cierto, que entre el Real Madrid y la Federación Española han montado un apunte de desagravio a Raúl que me parece un disparate total, y que pierde aún más sentido con esa imagen, que en principio debería ser inocente, del gran jugador asistiendo al tenis, tan ajeno al fútbol y a la polémica suscitada en torno a su persona. En fin, reflexiones al hilo de un soso partido, que no deja emociones que comentar. Un partido que fue un desdichado monumento a la dosificación. Un partido para dar validez a la doctrina Laporta. Un 0-0, un doble bostezo, como escribió Eduardo Galeano.