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España gana y el Real Madrid ficha

Me llamó Tomás Guasch eufórico: "¡La Selección gana y el Madrid ficha! ¡Algo está pasando!". Algo está pasando, en efecto. La televisión emitía señales de optimismo, esplendor en el patatal. En ese campo salpicado de viruelas España hizo una exhibición de profesionalidad que hay que agradecer. Las condiciones eran como para renunciar al partido, o al menos jugarlo con precauciones. Francamente, yo me conformaba con que no se nos lesionara ninguno. Como cuando años atrás se decía chuscamente del equipo olímpico de natación que había cumplido bien, porque no se había ahogado ninguno.

No se lesionó nadie, no, y además España fue a por el partido, hasta levantar dos veces la ventaja griega, de 1-0 y 2-1. Voluntad, orgullo y fútbol. Fútbol que se condensa en el tercer gol, ese toque de Cesc seguido de ese toque de Silva. En vano los entrenadores acumulan músculo y pizarra. Nada hay como la conexión de dos ingeniosos, que imaginan lo mismo y que son capaces de concretarlo con el toque justo. En ese tipo de cosas hay una reserva de goles que los entrenadores del mundo se empeñan es desdeñar, porque prefieren eso otro: el músculo y la pizarra. Muy bien Luis por juntar a Cesc y a Silva.

Y además fichó el Madrid. Todo el mundo necesita de un Madrid firme. Con un Madrid errático, al fútbol español le falta un referente, y el Madrid parecía errático. Ahora que ha fichado a otros dos zurdos, Heinze y Robben, lo parece algo menos. Ha gastado más de cien millones, pero parece que empieza a presentirse algo. Los acontecimientos me pillaron en Benavente, en esa España interior que calla y espera. La Selección ganó y el Madrid fichó, y vi otras expresiones. Habrá Eurocopa y el Madrid volverá a estar en la lucha. Eso es lo que leía en los rostros de mis buenos viejos amigos de Benavente.