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En la muerte de Jesús de Polanco

El Madrid y el Barça han vuelto a los entrenamientos, Hamilton se estrella en la clasificación en Nurburgring, el Tour vive su primera gran contrarreloj, Vallehermoso despide su vieja instalación con un mitin nostálgico... El periódico va, como siempre, cargado de una vibrante actualidad deportiva, pero hacerlo nos ha costado más que de costumbre. En la mañana de ayer todos conocimos una pésima noticia: el fallecimiento de Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA. A pesar de sus años y de su enfermedad, datos conocidos, el desenlace nos pilló por sorpresa. Este periódico está hecho desde el dolor.

Y desde el respeto a su impulso, que nos arrastró discretamente cada día en busca de la excelencia. Personalmente conocí a Polanco hace ya algo más de treinta años, en los primeros tiempos de EL PAÍS, entonces un periódico nuevo, de redacción corta y joven, dispuesto a dar la batalla de la Transición en una España confusa. Yo no era más que un joven periodista deportivo, que poco puede presumir del papel decisivo que aquel periódico tuvo en el buen balance de aquellos turbulentos años. Un periódico bien concebido y bien hecho y que por lo mismo se convirtió en cabecera de un gran grupo editorial.

Porque Polanco no se conformó con recoger los beneficios de aquella feliz aventura, sino que los reinvirtió en la misma causa: la SER, Canal +, Cinco Días, AS, Cuatro, diarios regionales, revistas... El mismo mensaje en distintos formatos. Durante todos estos años he tenido el privilegio de trabajar en este grupo de comunicación, de vivir el periodismo como lo imaginé. En EL PAÍS, en la SER, en Canal +, ahora aquí, en AS. Un buen empresario que escogió el periodismo, para suerte de una generación de periodistas que hemos podido movernos en un ámbito de libertad, decencia y dignidad. Descanse en paz.