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Los grandes rivales de Nadal y Alonso

Hace algunos años leí en El Gráfico, una revista argentina que me gustaba horrores, un titular que se me quedó: "En la vida de Vilas hay un adoquín: se llama Borg". Guillermo Vilas fue un insigne tenista, especialista como Nadal sobre todo en tierra. Björn Borg le salió al paso y le robó la gloria plena, porque por su superioridad en las pistas rápidas le impidió ser el número uno. Borg ganó cinco Wimbledon consecutivos. Ayer le veíamos con el pelo rubio tomado en blanco, en el palco de Wimbledon, asistiendo precisamente a la quinta victoria consecutiva de Federer. La victoria con la que le empataba.

En la vida de Nadal, por tanto, hay un adoquín que se llama Federer. Un adoquín con el que tropieza en las pistas rápidas. Sin Federer, Nadal no tendría enemigo, pero hay que felicitarse porque esta competencia exista. Las tribus indias medían su poder por el poder de sus enemigos. Ese colosal Federer, que cada vez lo pasa peor ante Nadal, da la verdadera gran medida del mallorquín que, dicho sea de paso, cada vez se acerca más a la soñada victoria en Wimbledon. Tengo la impresión de que a Federer ayer sólo le salvaron sus imponentes aces y los dos golpes de suerte en esa especie de tandas de penaltis que son los tie breaks.

Y voy con Alonso. Me parece que, una vez superado Schumacher, al que ha llevado a la retirada, emerge otro gigante ante él. Hamilton también es muy bueno. Ha debutado esta temporada y todavía no se baja del podio. Es increíblemente seguro, y un par de malas carreras de Alonso le han colocado a una distancia peligrosa. Pero de nuevo es cosa para celebrar. Sin Schumacher, Alonso necesitaba un rival de su categoría. Ahora ya lo tiene y los dos puntos de ayer saben a gloria. Bendito país este en el que los segundos puestos en deportes de tanto tronío como son el tenis y la Fórmula 1 empiezan a parecernos poco.