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Veinticinco años del Mundial de España

Entre los fervores de esta Liga que termina se coló anteanoche en mi vida el recuerdo del Mundial de España, el del Naranjito, en forma de un espléndido reportaje en Canal +. Como lo multidifundirán, hagan por verlo. Retrato fiel de una época del fútbol y de una época de la vida de España. Recoge los testimonios de todos los protagonistas de aquel campeonato y explica muy bien cada uno de sus grandes pequeños sucesos, que lo jalonaron de anécdotas y extravagancias. Algún caso chusco, como el gol anulado a Francia ante Kuwait, y alguno bastante infame, como el acuerdo Alemania-Austria.

Magnífico Giresse, cuando se asombra de cómo la policía española se abre para dar paso al hermano del jeque de Kuwait, presidente de la federación del país, que baja al campo y arruga al árbitro, que acaba por anular el gol porque había sonado un silbato antes. Poco convincente aún, para mí, Schumacher en sus explicaciones sobre el tongo con Austria y sobre el tantarantán a Battiston, y menos convincente aún al explicar su actitud inmediata, sus irritantes juegos de chulería con el balón. Encantador Tardelli, que recuerda y describe su gol (el mejor cantado de nunca) sobre el césped del Bernabéu.

¿Y España? Nosotros hicimos el piernas más que nunca. Nos arrastraron los árbitros hasta la segunda fase, pero como pasamos segundos de grupo nos tocaron rivales inesperados, Inglaterra y Alemania, y nos liquidaron. Los testimonios de todos (Zamora, Camacho, Gordillo, Saura, Arconada...) vienen a confirmar que falló la preparación. Todos recuerdan que les faltaba velocidad, brío. Jugaron agarrotados. Un mal recuerdo dentro de los muchos buenos de un momento brillante de nuestra historia, la Transición. Hicimos un mal Mundial. Otro. Pero al menos hemos hecho un buen reportaje. Véanlo.