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Maletines: un problema de Hacienda

Cada vez se habla con más descaro de las primas a terceros. De los maletines, que solemos decir. Es una práctica antigua, prohibida por los reglamentos federativos, pero tolerada en la práctica. El Larguero demostró en época nada remota (ya estaba Villar en la Federación) que el Tenerife cobró del Barça para ganarle al Madrid. Eso no fue obstáculo para que el desahogado Villar aceptara la insignia de oro y brillantes del Barça. El club culé no era el primero que primaba, ni el último. El Madrid, víctima aquella vez, fue culpable otras antes, alguna muy célebre, como aquel Sevilla-Real Sociedad.

Son todos, o casi, y desde hace muchísimo. En la práctica está aceptado, de manera que podemos decir que no es elegante, pero ni siquiera que es inmoral, si pensamos que moral viene de costumbre. Podemos consolarnos con la idea de que esa práctica sirve para corregir una deficiencia del sistema de Liga, en el que en las últimas jornadas algunos equipos pueden desmotivarse porque tienen los objetivos alcanzados (o perdidos), y ese estímulo ajeno sirve para recolocarles en la senda de la competitividad. Y así tenemos partidos más íntegros, más reales, en el tramo final del campeonato.

Pero ¿y Hacienda? ¿Cómo se paga ese dinero, cómo se cobra, dónde se apunta, cómo se justifica, qué tasa soporta? Molinero ha dicho hace poco que siendo jugador del Atlético cobró una prima de estas. Imprudente alarde de sinceridad. Le podría (debería) llamar Hacienda. Ayer me comentaba un amigo alemán que allí esas cosas no ocurren, porque serían imposibles de escamotear en las cuentas. ¿Y aquí? Aquí el fútbol tiene una tradición secular (desde los inicios del profesionalismo) de dobles contabilidades. Si Hacienda quiere, ahí tiene trabajo. Pero hasta ahora no lo ha tomado en serio.