Ya piensan en hacerle una peña

Fue en el Altet, el aeropuerto de Alicante, donde comenzó a fraguarse lo que en pocas semanas será una realidad: Francisco Rufete tendrá una peña en la provincia que le vio nacer. La idea apareció en la cabeza de Chimo, un barcelonés casado con Isa; ambos andan afincados en Alcoi; ambos medio residen en Penáguila, una pequeño pueblo, tan idílico como tranquilo y donde se ubicará la sede. Blanquiazul de sentimiento, el que apunta a ser presidente, apareció un día por allí y no sólo se hizo con el corazón de la que ahora es su esposa, sino que fue explotando sus sentimientos pericos y haciendo entender a los culés, merengues y acomplejados valencianistas que el reto en esa zona era ser perico y no como en todos lados, afiliándose a lo fácil.

Rufete ya conoce la idea y está encantado. Le atrae la opción de ver cómo sus paisanos no se han olvidado de él, pese a que lleva casi media vida alejado de su Benejúzar natal. La verdad es que el centrocampista está como un chiquillo en Barcelona. Se siente feliz y lo mejor es que al club le ve tanto o más potencial que al equipo. Ahora toca dar un paso al frente y los ejecutivos deberían contar con la capacidad y la clarividencia del futbolista, que tampoco tiene muy claro seguir vinculado al mundo del fútbol cuando acabe el idílico cuento que vive con el fútbol desde que apenas levantaba un palmo del suelo. Rufete tiene las cosas claras y está seguro de haber acertado en su decisión de abandonar Mestalla para recalar en Montjuïc, una plaza ahora muy tranquila.