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La broma del busto acabó en barbarie

Betis y Sevilla constituyen una mezcla inflamable. Y lo peor es que frecuentemente están en manos de pirómanos, que disfrutan acercando cerillas. Cuando se ven las conductas de los dirigentes (en este caso creo honradamente que los del Betis han estado, de largo, mucho peor) es difícil extrañarse de ciertas cosas. En un campo de fútbol se pueden encontrar gentes nobles y malas bestias en la misma proporción estadística que en cualquier sitio. Sólo que en ocasiones a los bestias se les alimentan los malos instintos, y en su estulticie innata se sienten justificados para cualquier cosa.

Por ejemplo, para tirar una botella de dos litros llena. Así acabó la fiesta de la Copa, la fiesta del clásico sevillano, la fiesta de Andalucía, que ocupa justamente la fecha de ayer en el calendario. Ese bruto puso en serio riesgo la salud de Juande, cosa que a lo mejor no le importa. Pero también paró al partido, dejó en la práctica al Betis fuera de la Copa (se supone que eso se fallará hoy) y dará lugar al cierre del su campo, a saber por cuántos partidos. Sus vecinos de asiento harían bien en delatarle. Por civismo primero. Por beticismo después. Porque eso podría aliviar una sanción que me espero que sea de aúpa.

Le pase lo que le pase, el Betis se se lo tendrá merecido. Mientras Del Nido hacía, tras el suceso, unas declaraciones muy templadas, todavía un directivo bético insinuaba que se trataba de un fingimiento. La actitud de Pepe León, instado por su jefe, de persistir en la jaimitada de hacerle una foto a Del Nido junto al busto de Lopera, ha constituido un maligno ejercicio cuyas consecuencias están ahora a la vista. Ya tienen la foto, pero están fuera de la Copa, la buena racha en la Liga se ve amenazada por un inminente destierro y sobre ellos ha caído el descrédito, porque un hombre bueno fue al hospital.