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La explicación la dio Acisclo Karag

Lo escribió Acisclo Karag allá por los años veinte. Lo recordó Bernardo Salazar el miércoles, en la comida de presidentes: "El Madrid es un equipo que cuando juega bien siempre gana, y que cuando juega mal a veces también gana; mientras que el Atlético es un equipo que siempre que juega mal pierde, y cuando juega bien a veces también pierde." Ayer no ganó ni perdió nadie, pero la frase me vale, porque para el Atlético el empate es una derrota, tal y como fueron las cosas, y para el Madrid, una victoria. De momento, se mantiene en puesto Champions. Y ha salido con bien de una terrible tormenta.

El Atlético jugó bien. Jugó requetebién. Salió a por el partido con juego, con velocidad, con emoción. Cubrió todo el campo, presionó, llegó, remató. Torres rompió muy pronto su maleficio y tras su gol (magnífico) el Atlético siguió atacando en busca de más. Consiguió el segundo, pero Daudén, en una maniobra de ilusionismo propia de Guruceta, lo hizo desaparecer. Nada en la mano, nada en la manga y el gol ya no está. No fue lo único en lo que Daudén me recordó a Guruceta, por cierto. Daudén es un disidente del villarato. Me pregunto si tendrá algo que ver. El caso es que resultó decisivo.

En una de las raras aproximaciones, Higuaín rompió a su vez el maleficio que empezaba a pesarle. Otro que suelta un yunque. Una llegada aislada, un buen pase de Cassano, Zé Castro que blandea, y gol. Pero antes y después, y salvo algún rato aisladísimo, un Atlético fogoso, con frecuencia acertado, llegador, el Madrid agotado, Casillas por los suelos y el público en un suspiro. Así hasta el final. El Atlético salió orgulloso pero maldiciendo su suerte. El Madrid abochornado, pero vivo. El público atónito: ¿cómo es posible que no ganara el Atlético? Acisclo Karag ya dio la explicación. Hace casi un siglo.