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La necesidad de una buena cantera

Escribí hace algunos días sobre los momentos en que la cantera tiene de verdad entrada en número considerable en un equipo: cuando hay crisis. Con el ejemplo del Madrid, que siempre es el más a mano, recordaba la llegada de los ye-yés (tras la muy dolorosa y traumática salida de los Di Stéfano, Puskas, Santamaría y demás), luego la de los Garcías, con ocasión de una gran crisis económica, y finalmente La Quinta del Buitre, tan reciente. Siempre a consecuencia de profundas caídas de prestigio y calidad de unas plantillas envejecidas y empobrecidas. Las tres veces funcionó. La cantera reactiva.

Por eso es una lástima el descuido que ha sufrido la del Madrid durante el florentinato. Se ha cuidado la carrera de los jugadores de García Quilón, lo demás no ha importado. Se llegó en ese camino a aquel escandaloso desbarre de traer un portero de 25 años, tres suplente en el Córdoba, porque era de ese agente. Lo de Zidanes y Pavones era un sueño con esa gestión de la cantera. Cuando empezó el florentinato (con Ramón Martínez en el apartado) en el equipo estaban Casillas, Raúl y Guti. Siete años después, aún no se ha instalado ningún otro canterano con peso en el equipo. Hasta Torres.

Y Torres es la prueba de cuánto se echa en falta esto. Ha gustado, ha reanimado, aporta optimismo y positividad. Lástima que haya muy poco más. De la Red está bien, pero, como Javi García, se estaba enomoheciendo en el Castilla, porque se dio prioridad al ascenso de este equipo, desdeñando la posibilidad de apoyarse en el Getafe, que bien dispuesto hubiera estado. Los pocos buenos que salieron fueron represados en el Castilla, para subirlo y presumir de algo. Malas elecciones, arbitrariedades, estrategia mal diseñada. Y ahora, que sería la ocasión, se echa mucho en falta una cantera nutrida.