Una Intercontinental... con obstáculos

Una Intercontinental... con obstáculos

El Barça juega esta noche donde nace el sol. Juega por la Copa Mundial de clubes, el Mundialito para los amigos, que viene a ser la vieja Intercontinental sólo que con obstáculos. Me explico: la Intercontinental la venían jugando desde 1960 los campeones de Europa y Suramérica, los espacios donde el fútbol se desarrolló antes. Ahora se les añaden los campeones de las otras confederaciones, a saber: Asia, África, Oceanía y Norte y Centroamérica. Sólo que a estos cuatro últimos se les hace eliminarse previamente, en unos cuartos de final. Y al europeo y el suramericano se les acoge ya en semifinal.

Y ahí aparece el Barça hoy, en semifinal, donde la cae el más difícil que le podía caer a estas alturas: el mejicano. El América no es mal equipo (este verano empató a cuatro con el Barça) y tiene ventaja de adaptación. Pero está claro que el Barça es mucho más, y no digamos ahora que tiene a Ronaldinho con todas las luces encendidas. Una mala sorpresa sólo podría llegar por la vía de una mala jugarreta del 'jet lag', que no creo probable. Estas cosas hoy se dominan mejor, y en todo caso el salto de calidad es lo bastante grande como para ofrecer colchón suficiente ante esa incómoda contingencia.

Así que ya veo al Barça en la final, ante el Internacional de Porto Alegre, que ayer saltó su correspondiente obstáculo: el Al Ahly egipcio. Un partido peleado, nada fácil, en el que lució una perla, Alexandre Pato, casi un adolescente. Un jugador con encanto. Futbolistas como éste, como Ronaldinho, como Iniesta, como ese Kun Agüero que marcó un golazo 'in extremis' en el campo del Levante, hacen del fútbol algo especial. La apuesta por ese tipo de jugadores es lo que ha llevado al Barça hasta allá, donde el sol nace, a pelear por el título de campeón del mundo. O sea: ese fútbol da resultados.